domingo, 14 de febrero de 2010

Todo por una picada

Fueron las tarteletas de atún, las que me llevaron a la fiambrería. El portazo de un hombre desesperado distrajo a las dos vendedoras. Sus ojos irritados, vaya uno a saber si por accidente momentáneo o por una conjuntivitis, fueron centro indiscutido de todas las miradas, y lo cierto es que por esos largos segundos no pude seguir comprando. Y el señor se quejaba y decía "me quedo ciego", ¡lo único que me falta es salir a la calle con un bastón"!.

Sutilmente di algunos golpecitos con el mío, con la misma complicidad de quien puede codear a un compañero de banco para indicarle que se calle, que vino la maestra. El señor se quejaba cada vez mas fuerte y con cierto sarcasmo, ante la desesperación de las vendedoras que parecían darle más sentido al relato. Entonces le alcancé mi bastón, y le propuse que

se fuera a dar una vuelta, mientras yo me quedaba llorando en la fiambrería.

Lo que siguió fue un largo silencio... y por suerte pude llevarme la mayonesa, el queso blanco, y el resto de los ingredientes que necesitaba para preparar la deliciosa picada.

 

1 comentario:

  1. Gorda: me encantó tu reacción... ¿No te dieron ganas de pegarle un bastonazo en la cabeza? jeje, bien que se lo merecía...
    Muy intesante la idea de tu blog, espero más historias. Te quiero Mucho, Lucre

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